¿Más que un juego?
Antes que ser un exitoso producto de la maquinaria de entretenimiento o la obra maestra de Rockstar, Grand Theft Auto V es una sofisticada simulación de la vida real. El título tiene sus fallas, claro está, pero es gobernado, a fin de cuentas, por principios muy similares a los que aplican a lo que solemos denominar realidad. Es decir, fuerza de gravedad, ciclos de día y noche, inercia, etcétera.
GTA V es entonces una réplica imperfecta, pero verosímil del mundo real, y de su capacidad para recrearlo fielmente depende buena parte de su éxito, pues un excedente en la cantidad de errores afectaría pronunciadamente el sentido de inmersión que brinda y, por lo tanto, su calidad.
Al igual que Grand Theft Auto V, otros simuladores de mundo abierto, tales como Assassin's Creed IV, Saints Row: The Third, inFAMOUS: Second Son o hasta SimCity, son testimonio de la capacidad de la raza humana para emular su realidad bajo condiciones artificiales; esto es una muestra del progreso tecnológico de la especie humana, cuyo carácter lúdico le confiere el mote de juego o entretenimiento, aunque ése sea un adjetivo de segundo orden cuando se pretenda describirla.
Lo más asombroso del asunto es que la humanidad alcanzó este nivel de desarrollo en alrededor de 2.5 millones de años y mucho menos cuando se considera únicamente la forma más avanzada de su género: el Homo Sapiens, cuya existencia no supera los 150,000 años.
Al recordar que el Universo tiene unos 13,000 millones de años de edad, nos percatamos de que fuimos capaces de recrear, al menos, una fracción de nuestra realidad por medios computacionales o, más bien, matemáticos, en tan sólo una fracción de minuto cósmico.
Con ello en mente, cabe preguntarse cuánto tiempo transcurrirá antes de que logremos replicar a la perfección nuestra realidad y seamos capaces de poblar dicha simulación con inteligencias artificiales conscientes. Después de todo, los NPC actuales distan de serlo, si bien poseen un sentido de autopreservación.
Ahora bien, si como especie fuimos capaces de empezar a reproducir la realidad primitivamente en menos de un minuto cósmico, es viable pensar que de existir especies más antiguas que la nuestra pudieron haberlo logrado con maestría mucho antes que nosotros y, entonces, es factible también considerar que aquello que denominamos realidad está inserto dentro de una versión súperavanzada de Grand Theft Auto; en otras palabras, dentro de una simulación cósmica o un juego.
Puede parecer absurdo, pero los argumentos antes planteados avalan dicha posibilidad y, de hecho, científicos reconocidos exploran esa hipótesis en estos momentos.
El PlayStation 7
Por más orgánica que llegue a parecer, la mente tiene matices sintéticos equiparables a los de un ordenador. De hecho, existen posiciones filosóficas como la Teoría Computacional de la mente que así lo abordan y aunque no concuerdan con exactitud, varios investigadores manejan la noción de que seremos capaces de concebir una inteligencia artificial consciente en un lapso de entre 30 años y un siglo.
De momento, existen varios impedimentos para lograrlo, como la desaceleración de la ley de Moore que proyecta la duplicación del poder computacional cada 2 años, y el principio de incertidumbre que frena la producción de computadoras cuánticas. Sin embargo, a menos de que ocurra una catástrofe, resolveremos esos problemas en un siglo, más o menos.
Para ese punto, poblaremos nuestros juegos de mundo abierto con NPC conscientes, distinguibles sólo de nosotros mismos por la composición de sus cuerpos, basada en polígonos y pixeles y no en carbono, pero reflexivos, juiciosos y plenamente inteligentes.
"A menos que creas que hay algo mágico sobre la consciencia ―y yo no lo comparto, yo creo que es producto de una arquitectura muy sofisticada dentro del cerebro― entonces tienes que asumir que en cierto punto puede simularse por una computadora o, en otras palabras, replicarse." considera Rich Terrile, director del Centro de Computación Evolutiva y Diseño Automatizado de la NASA y quien es uno de los partidarios más conocidos de la hipótesis de la simulación.
"Quizás en 30 años seremos capaces de incorporar consciencia artificial en nuestras máquinas. En 30 años esperamos que un PlayStation ―salen con un nuevo PlayStation cada 6 u 8 años, así que sería el PlayStation 7― sea capaz de computar 10,000 vidas humanas simultáneas en tiempo real o una vida humana completa en una hora.", añade. "Eso significa que para entonces, conceptualmente, podrías tener más humanos viviendo en PlayStation que humanos viviendo en la Tierra hoy.", agrega el científico.
La probabilidad
Resulta incierto si llegaremos a ese momento histórico. Y ésa es una de las variables que maneja el Argumento de la simulación para poder determinar si vivimos dentro de un archivo que corre en un PlayStation 7.
Dicho argumento fue creado en 2003 por el doctor británico, Nick Bostrom, filósofo de Oxford y director del Instituto para el Futuro de la Humanidad (sí, algo así existe).
Este argumento juega con la idea de vivir dentro de una simulación, partiendo de la validación o descarte de 3 propuestas, una de las cuales es cierta, sin que se sepa cuál. Las propuestas son:
- La mayoría de las civilizaciones en nuestro punto de desarrollo se extingue antes de alcanzar la madurez tecnológica.
- Existe una convergencia sólida entre civilizaciones inmaduras que las hace perder interés en crear simulaciones de sus ancestros.
- Vivimos casi de seguro dentro de una simulación.
Bajo lo lógica del argumento de la simulación, uno de los 3 postulados previos es verdadero. No somos capaces de saber cuál, pero la mera existencia del argumento permite establecer que hay, cuando menos, 33.33% de probabilidad de que, en efecto, nuestras vidas sean el entretenimiento de una raza extraterrestre o, mejor aún, de una versión más evolucionada de nosotros mismos.
"El argumento de la simulación es diferente de otras teorías filosóficas en el hecho de que no arranca desde una posición de duda, desafiando a alguien a demostrar más allá de la duda razonable que la realidad existe. El argumento de la simulación inicia bajo la creencia de que todo es lo que parece.", explica Bostrom.
El Glitch como pista
Pero el Argumento de la simulación es solamente uno de varios recursos que académicos y científicos actuales emplean para determinar la naturaleza auténtica o artificial de nuestra realidad y es quizás el más abstracto, por apoyarse en planteamientos hipotéticos.
Los astrofísicos están, por tanto, más interesados en algo que los jugadores conocen bien: el glitch.
Si esto es, en efecto, una especie de juego súperavanzado, entonces como todo juego debe tener un error; ese algo que delate el carácter artificial del escenario cósmico. Obviamente hay detractores y escépticos.
Bostrom, por ejemplo, piensa que de existir la simulación, habría que avalar que la raza detrás de ella es suficientemente inteligente como para maquillar todo rastro de su malévolo juego. Por su parte, Seth Lloyd, ingeniero del MIT, plantea que ni siquiera es viable llegar tan lejos, pues una simulación completa y atómicamente detallada del Universo demandaría una impensable cantidad de energía.
No obstante, otros científicos consideran innecesario recrear el universo completo desde el Big Bang para obtener una simulación verosímil, y la perfección tampoco sería un requerimiento preexistente. Es decir, en 100 años no lo seremos y tampoco en 200 años, y sin embargo, podremos crear consolas con humanos conscientes dentro.
Así las cosas, los científicos hoy se dan a la tarea de encontrar ese esquivo detalle que revelaría la farsa y parten para ello de la noción de que el espacio no es terso ni plenamente homogéneo como algunos asumen, sino más bien una especie de cuadrícula, puesto que los astrónomos actuales son incapaces de simular energía, átomos y astros sobre vacío absoluto. Hace falta una retícula que haga del cosmos algo más parecido a una pantalla que a un éter intangible.
Si tal es el caso, entonces existe un flujo de energía constante y medible entre las líneas que conforman la retícula, similar a la que encontramos entre los pixeles de un televisor y, mejor aún, hay un patrón en el flujo de los rayos cósmicos que es viable encontrar.
Se supone, por ejemplo, que los rayos cósmicos fluyen de forma completamente aleatoria por el espacio, entonces los astrónomos avocados a la tarea de delatar la simulación, buscan el mínimo rastro de orden en el desplazamiento de los rayos y, de hecho, encontraron que estos arriban a la Tierra siempre con un máximo de energía de 10 a la 20 potencia electrovoltios.
Otro rastro, y éste quizás es el más inquietante, yace en las partículas subatómicas. Liberty City o Los Santos no existen a plenitud todo el tiempo mientras jugamos. Sólo se dibuja la parte de la ciudad que cabe en la pantalla y el resto del mundo es sólo una abstracción que adquiere forma completa si pausamos para ver el mapa, y lo mismo aplica a cualquier otro juego. Sólo existe en un momento determinado la isla donde se encuentra Edward Kenway en ese instante, el resto del Caribe sólo está en el mapa, pero no existe realmente hasta que llegamos ahí.
"El universo se comporta de la misma manera. En mecánica cuántica, las partículas no tienen un estado definido a menos que sean observadas. Muchos teóricos han pasado mucho tiempo tratando de explicar esto. Una explicación es que vivimos dentro de una simulación, viendo sólo lo que necesitamos ver cuando necesitamos verlo.", señala Rich Terrile.
Y el propio Einstein sospechó en su momento que la misma matemática que nos permite entender el cosmos podía ser una muestra de su naturaleza artificial. "Lo más incomprensible sobre el Universo es que es comprensible.", dijo. En otras palabras, las leyes y principios que gobiernan la dinámica cósmica podrían ser pedazos de la línea de código del programador, quienquiera que éste sea y donde sea que se encuentre.
¿Qué significa todo esto?
Si concedemos crédito a la hipótesis de la simulación, entonces todo lo que está a nuestro alrededor se presta para suspicacias, pues quizá lo que apreciamos a través de un telescopio o un microscopio existe sólo mientras le echamos un vistazo y una vez que volteamos la mirada, los programadores cósmicos los eliminan, como si se tratara de un .gif o un corto cinemático que se reproduce solamente cuando es necesario.
También existen implicaciones para el libre albedrío. ¿Qué pasaría si les dijera que la mente toma las decisiones antes de estemos conscientes de ellas? Científicos alemanes concluyeron en 2008 que la actividad cerebral que conduce a la toma de una decisión arranca hasta 10 segundos antes de estar consciente de haberla tomado. Esto se presta para poner en entredicho nuestro concepto de libertad, pues nuestro cerebro, por alguna razón, ya había decidido qué hacer, antes de que nosotros mismos lo supiéramos.
Obviamente, teorías de este tipo tienen implicaciones religiosas y también morales, tanto desde la perspectiva macroscópica es decir, ¿para qué creó este juego el programador o si realmente se trata de una simulación lúdica? como desde una perspectiva más estrecha, por ejemplo la moralidad implícita en matar a un NPC consciente.
De hecho, actualmente ya hay quienes se preocupan por la "vida" de los NPC, como Brian Tomasik, consultor del Instituto Fundacional de Investigación , quien piensa que en la medida en la que los personajes no controlados por el jugador se tornen cada vez más sofisticados, resultará paulatinamente más cuestionable hacerles daño, y qué pasará si apagamos la consola, ¿podremos o deberemos apagarla?
Otro asunto es una especie de principio de bucle en el cual, si vivimos en una simulación y en 50 años podemos crear simulaciones con NPC conscientes, eventualmente los habitantes de nuestra simulación también se harán estas preguntas y quizá creen sus propias simulaciones dentro del juego, y así sucesivamente.
Y volviendo al tema religioso, cabría preguntarse qué distingue nuestra concepción de la divinidad de un programador que nos creó a su imagen y semejanza. No estamos diciendo que ése sea el caso, pero definitivamente se presta para una reflexión interesante para antes de dormir. Así que la próxima vez que jueguen SimCity o GTA V, pregúntense si no seremos nosotros también un NPC dentro de un gigantesco juego cósmico.
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