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Continuación de la propuesta de Kirby Canvas Curse para DS, en la que nuestro rosado héroe es una pequeña pelota que hay que controlar dibujando caminos con el stylus, Kirby and the Rainbow Curse es un título visualmente deslumbrante y muy ingenioso en su diseño de niveles. Ciertamente, la simplicidad de la premisa a veces deja qué desear, pero se trata de una entrega agradable y esmerada, muy recomendable para los fans de Kirby, las plataformas y el dibujo.
Una entrega agradable y esmerada
La trama de Kirby and the Rainbow Curse maneja los temas kawaii usuales de la franquicia: un día, Kirby y Waddle Dee están jugando felices cuando un misterioso agujero se abre en el cielo y todo el color del mundo de Dreamland empieza a desaparecer. Después de salvar a Elline, el hada del pincel, Kirby y Waddle Dee se enteran de que la responsable de esta extraña transformación es Claycia, amiga de Elline y amante del modelado en plastilina, quien un día cambió por completo sin explicación alguna. Ahora, Kirby y Elline deberán recorrer los 7 mundos de la tierra de Seventopia para detener a Claycia.
Como hemos mencionado, Rainbow Curse es un sucesor directo de las mecánicas de Canvas Curse, es decir, no podemos mover a Kirby directamente, ya que está convertido en una bolita de plastilina; lo que podemos hacer es impulsarlo con el stylus y dibujar caminos de arcoiris por los que puede escalar, tomar impulso y descender. Básicamente los niveles se tratan de conducir a Kirby a la meta mediante líneas multicolores, evadir enemigos y obstáculos, y recolectar estrellas, las cuales, además de mejorar nuestra calificación en cada nivel, nos otorgan el poder Star Dash, que incrementa el tamaño de Kirby y le permite romper bloques indestructibles de otra manera. Existen 28 niveles; al principio son muy sencillos, pero conforme avances en los mundos de Seventopia se convertirán en formidables desafíos.
El uso de stylus es obligatorio
El juego es peculiar porque su movilidad y sus pequeños trucos, si no has jugado Canvas Curse, son al principio un poco inusuales: hay que aprender a manipular la velocidad, la dirección y el impulso de Kirby, además de cuidar tu barra de arcoiris, ya que eventualmente te quedarás sin trazos y la única manera de recargarla es descansar en el piso, lo que te deja expuesto a enemigos, obstáculos o, en momentos incómodos, al vacío y a perder una vida. Trucos como cambiar de dirección rápidamente con una pequeña pared, tomar impulso mediante bucles y rampas y utilizar bien el Star Dash son parte esencial del reto y del gameplay. Aunque al principio ciertas situaciones son un poco frustrantes e incómodas, la curva de aprendizaje es intuitiva y eventualmente dibujar líneas y hacer rodar a Kirby bolita por todo el escenario se volverá un hábito bien aprendido. Por cierto, el uso de stylus es obligatorio debido a la precisión y cantidad de movimientos que necesitas para moverte por los escenarios.
El diseño de niveles sigue la línea imaginativa e ingeniosa de Nintendo: las situaciones nunca son repetitivas y cansadas, y siempre hay un nuevo puzzle y una situación inesperada que mantienen fresca a esta entrega. Mover partes del escenario con tu stylus, romper bloques y terrones, escapar de persecuciones de enemigos, evitar espacios en blanco y negro donde no puedes dibujar, robar llaves, utilizar la invencibilidad para acabar con enemigos inmortales, seguir por estrechos pasajes con tu stylus, subir a teleféricos, usar balines de acero para activar switches... constantemente el juego saca trucos que guarda bajo la manga. Asimismo, la recolección de estrellas y tesoros (figuras de plastilina y demás extras) es un reto en sí misma: patrones, secretos y todo tipo de estrategias hace que acabar este título perfectamente sea toda una hazaña.
En esta ocasión, Kirby tiene 3 formas extra: tanque, que avanza automáticamente y dispara con el stylus; submarino, que dispara automáticamente y avanza con el stylus, y cohete, que avanza siguiendo caminos de arcoiris y ataca arrojándose con el Star Dash. Cada forma implica un diseño de escenario distinto y sirve para dar una muy necesaria variedad al título; sin embargo, se echa de menos quizá la habilidad de copiar poderes de los enemigos a voluntad, lo que hubiera agregado un toque genial.
Además de las escenas normales existen los llamados retos, cuartos con límite de tiempo y condiciones particulares de victoria. Hay 40 escenas de reto diferentes además de retos particulares en la mayoría de las escenas que esconden desbloqueables de todo tipo. Hacen honor a su nombre: son sumamente complicados e implican una gran velocidad y habilidad con el stylus (en especial cuando hay que recolectar estrellas para usar el Star Dash), además de sagacidad para resolver los minipuzzles que implican. En realidad, la dificultad es algo peculiar: terminarlo es fácil e incluye la humillante y condescendiente opción de saltar escenas cuando fracasas demasiado en una; pero sacar todo implica mucha paciencia y dedicación.
El aspecto visual de esta entrega es absolutamente espectacular y deja en vergüenza a casi todo lo que se le compare, un intrincado trabajo stop-motion de una belleza deslumbrante, con la factura que separa a la obra verdaderamente excelente del trabajo amateur, pues no sólo cada personaje tiene decenas de frames que rivalizan con las caricaturas de plastilina de nuestra infancia, sino que hay un verdadero amor al detalle: es sorprendente ver a Kirby quitándose sus diminutos googles al salir del agua cuando cualquier desarrollador simplemente habría hecho la transición a otro sprite. No se puede enfatizar suficiente lo genial que es este juego visualmente hablando: por ejemplo, los hermosos dibujos que obtienes con las páginas del diario de Elline te convertirán en un maníaco por acertar la ruleta del final de cada nivel. Se trata del aspecto más fuerte del título y sólo podemos lamentar no tener uno de plataformas completo en este soberbio estilo.
Hay poco que reprochar a Kirby and the Rainbow Curse. Quizá las batallas con jefes, entre las cuales hay el típico repetido, y además hubieran podido ser más frecuentes (porque los personajes están muy bien diseñados); tal vez faltaron poderes copy para Kirby; hay cierto desequilibrio entre lo enojoso que es ser perfecto en el juego y lo fácil que es pasarlo sin poner atención y quizás al final las limitaciones naturales de sus mecánicas nos cansan, pero ninguna de ellas deja de hacerlo recomendable para el entusiasta. Lo único realmente dudoso es cierto DLC metido al estilo caballo de Troya mediante los amiibos. Resulta que los amiibos de Kirby, Dedede y Meta Knight desbloquean looks y poderes para Kirby, pero lo extraño es que no puedes usarlos cuando quieras. Por ejemplo, entré en una escena en la que utilicé el amiibo de Kirby, lo que me dio una estrella que hizo al stage prácticamente Easy Mode; al querer usarla de nuevo el juego me dijo "Este amiibo está cansado por hoy, pero puedes usar otro". Horror. Boosters de Candy Crush en un producto de Nintendo bajo la forma de amiibos. Al menos lo hicieron con discreción, porque el diseño no está roto como para necesitar estos poderes realmente, pero esos detalles siempre son preocupantes.
"Este amiibo está cansado por hoy, pero puedes usar otro"
Kirby and the Rainbow Curse es divertido, ingenioso y visualmente increíble. Ciertamente no es Kirby Super Star estilo claymation por el que matarías, pero es un spin-off desarrollado con dedicación y profesionalismo. Quizás no hay demasiado que sacar a su estilo de juego, pero no deja de ser excelente para lo que es. En resumen: otro buen elemento para tu librería de Wii U. Poyo de 10.
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