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Como parte de nuestro booth tour de Bethesda en E3 2014, la compañía nos presentó una peculiar propuesta de multijugador agresivo por equipos: Battlecry, un título que intenta llevarnos a la era anterior a la pólvora para que nos adentremos en el muchas veces más sangriento mundo de las armas honorables y de la lucha cuerpo a cuerpo.
Battlecry está 100% pensado para el multijugador. Su premisa ocurre en una línea de historia alterna: por alguna razón los gobiernos del mundo deciden prohibir las armas de fuego y circunscribir la guerra a zonas designadas donde se combate por los intereses de los países que son potencias y que siguen encasillados en tecnologías steampunk mezcladas con una mentalidad medieval que sólo admite armas tradicionales como arcos, flechas, espadas y puños para la guerra.
El demo que probamos presenta una versión prealfa del juego con sólo 2 de las numerosas facciones que el título promete, además de tan sólo 3 clases: Enforcer, un imponente guerrero cubierto en metal que porta una tremenda espada; Duelist, un esgrimista especializado en golpes críticos, movilidad y ataques por sorpresa; y Tech Archer, hábil unidad de distancia. Sin embargo, otras clases, como el Brawler, que pelea con los puños, y el Gadgeteer, una especie de granadero inglés, llegarán al juego en el futuro.
En general, la estética visual del juego es steampunk y está inspirado en la guerra decimonónica y dieciochesca, con casacas ajustadas, gorros cosacos, ingleses con mostacho y versiones aerodinámicas de los uniformes napoleónicos. Por el momento, sólo conocemos a los equivalentes in-game del ejército británico y de las hordas cosacas, pero las facciones cuentan con las mismas unidades y su diferenciación es básicamente estética.
En cuanto a mecánicas, Battlecry se juega en tercera persona, con el manejo convencional de un multijugador de PC, pero integra algunos movimientos interesantes que al emplearse adecuadamente son emocionantes y dan una buena estrategia. Entre otras cosas, el doble salto es más bien un tipo de impulso horizontal (como cuando alguien escapa avalanzándose hacia un escondite), que es muy útil al momento de emprender retiradas estratégicas; por otro lado, ciertos puntos especiales se alcanzan mediante un grapple especial que permite moverte con agilidad en ciertas partes de la escena.
La clase que probamos fue el Enforcer, y nos fue bastante bien durante el demo. De tal manera sabemos que un enemigo distraído es sometido con espadazos, pero los rivales que sean lo bastante inteligentes para escapar y reagruparse pueden presentar un reto más que aceptable. En general, se trata de un multijugador con clases un poco básico a estas alturas del desarrollo, pero es innegablemente entretenido. Quizás el problema radica en la lentitud y en que es menos hábil de lo que podríamos desear, pero es probable que la versión final, que ofrece carnicerías de 32 jugadores, compense las largas distancias con hordas de enemigos matándose de manera brutal.
Por otra parte, el aspecto visual del juego es más bien débil. El título parece un sobrante de Source o un clon de Team Fortress, sin que nada en él sea brillante o impresionante. El diseño visual también sufre de ser sobrio y carente de interés, por lo que el sistema de juego tendrá que soportar la carga particular de impresionar a los jugadores y engancharlos.
Battlecry no es un título extremadamente emocionante, pero capta nuestro interés por reivindicar un tipo de guerra muy diferente al que predomina en los multijugadores actuales. Quizá falta ajustar algunos detalles, pero es posible que se convierta en un título promisorio y una alternativa interesante para el género. Por el momento, habrá que esperar a las sorpresas que depare su desarrollo y a que algunas clases más entren a su extraño y sangriento mundo steampunk para probar su verdadera fibra.
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