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El juego debut del estudio polaco Destructive Creations, Hatred es un shooter isométrico ultraviolento que nos presenta a un sociópata que, movido por el odio y asco hacia la humanidad, emprende una "cruzada genocida" cuyo objeto es matar al mayor número posible de personas. Concebido desde sus inicios como un título controvertido y políticamente incorrecto, Hatred no es malo para lo que ofrece, gracias a un sistema de juego bien implementado, aceptable reto e increíbles ambientes destruibles, pero también sufre ciertos problemas como mala optimización y desempeño, cierto tedio, una campaña corta y varios momentos de comedia involuntaria debido a la exagerada oscuridad del protagonista y de la trama que en ciertos momentos raya en la parodia.
Matar al mayor número posible de personas...
Ambientado en un pequeño pueblo de Estados Unidos, Hatred está basado en el fenómeno de tiroteos masivos perpetrados por asesinos solitarios que ha plagado a las sociedades avanzadas en los últimos años, sobre todo a partir de la lamentable Masacre de Columbine (1999). El juego nos presenta a un psicópata anónimo que desea "morir violentamente", no sin antes llevarse a la mayor cantidad posible de inocentes a la tumba. Como cabe esperar, la trama no es profunda: nuestro protagonista, un tipo "merol" enfundado en una gabardina negra, piel pálida, rastas e imponente estatura, simplemente está movido por el odio a la humanidad y buscará maximizar su conteo de víctimas de las maneras más exageradas hasta llevarnos a un inesperado final.
El juego está presentado en perspectiva isométrica, esto es que los 3 ejes del espacio tienen la misma distancia entre sí (120°), lo que permite una ilusión de tridimensionalidad. Nuestro personaje puede moverse con las teclas WASD, disparar libremente su arsenal contra los transeúntes, policías y civiles armados que encuentre haciendo clic con el ratón, destacar objetivos con Alt, correr y esquivar obstáculos con Mayus, dar patadas con F y lanzar granadas, molotovs y otras bombas con G. Tu objetivo es matar a la mayor cantidad de personas posible y la única manera de regenerar salud es ejecutar a la gente que esté indefensa o en el piso mediante el botón Q, que a veces da pie a un violento acercamiento en el que ves a al inhumano protagonista mientras encañona, apuñala, aplasta o vuela la cabeza de sus víctimas. El juego básicamente exige alternar entre violentos asaltos con todo tu poder de fuego ante policías, agentes tácticos y gente armada y ejecuciones sádicas contra civiles, de modo que siempre intentes mantener tu salud arriba. Sin embargo, esto no es fácil: hasta decenas de personajes armados pueden emboscar a tu asesino e incluso seguir disparando aunque intentes recuperar salud mediante ejecuciones, tensión que constituye la dinámica principal.
Tu arsenal consiste en 3 armas de fuego y una variedad de explosivos arrojadizos. En cuanto a armamento, esencialmente hay pistolas, rifles de asalto y escopetas, pero conforme avanza el juego tienes acceso a más variedad gracias al botón E, que sirve para recoger equipo. Tus municiones son limitadas aunque se recargan automáticamente si pasas por un cadáver que tenga balas o un depósito de armas. Es recomendable no desperdiciar el preciado rifle de asalto o la poderosa escopeta en matar civiles, sino reservarlos para los enemigos que pueden defenderse, como policías, SWATS, soldados y demás. Las granadas y molotovs pueden desatar una fuerte destrucción, ya que muchos elementos de las escenas son inflamables, y cuando estés acorralado por los antimotines será recomendable que les arrojes cocteles molotov para verlos achicharrarse hasta quedar hechos cadáveres negruzcos.
Simple violencia gratuita contra la mayor cantidad de civiles posible
Además de la carnicería sin sentido, cada nivel de Hatred ofrece una serie de objetivos para ser completado o para obtener puntos de respawn en caso de que la policía te acribille. La mayoría de dichos objetivos son puro sadismo ("arruinar" una fiesta, "purgar" una estación de policía, "limpiar" un mall, etc.) pero otros tienen que ver con el desarrollo de la trama (escapar, robar un auto, parar un tren, etcétera). Hay niveles de progresión lineal, como alcantarillas, trenes y fábricas, y niveles "abiertos" que recrean comunidades americanas típicas. Algunas escenas son de simple violencia gratuita contra la mayor cantidad de civiles posible, pero otros, como las persecuciones en el subterráneo, son de tensión táctica contra enemigos con alto poder de fuego y con una clara intención: acabar con tu carrera de psicópata.
En general, Hatred ofrece un reto aceptable, incluso elevado en su dificultad más alta, y buena variedad en su ritmo de juego, debido a la ya mencionada alternancia entre matar enemigos rápidamente, dejarlos vivir o noquearlos con la patada para luego ejecutarlos y recuperar algo de energía. Sin embargo, puede volverse muy repetitivo y tedioso, en especial porque ciertos objetivos (como masacrar a 100 civiles) acaban por volverse una lista de supermercado en lugar del frenesí de sangre que se supone que son. Curiosamente, los niveles de persecución y enfrentamiento a unidades tácticas son los más interesantes, pero son los que menos se parecen al objetivo de masacrar civiles, lo que constituye la contradicción esencial del juego. Como mencionan las instrucciones, tu personaje no es un héroe, por lo que escapar, esconderse y actuar como un depredador (es decir, como un cobarde) son parte esencial de la dinámica.
Puede volverse muy repetitivo y tedioso
Lamentablemente, la campaña es algo corta y su desarrollo es algo caricaturesco. El juego es más un simulador con muy poco desarrollo, y la psicología del protagonista es casi inexistente. Curiosamente, quizás una psicología más profunda para el personaje hubiera sido realmente polémica, pues en su estado actual nuestro "Mi nombre no importa" es una especie de caricatura. Sus frases edgy y genéricas, así como ciertas situaciones inverosímiles (una planta nuclear cuya contraseña es 666) rayan en la comedia involuntaria. En cierto momento llegué a dudar de si el juego era una sátira, pero los desarrolladores han dicho que es uno de horror. En esto, el título no es muy eficaz debido a su completa falta de sutileza pero también a cierto carácter caricaturesco de todo el asunto.
La presentación de Hatred, en blanco y negro excepto por los rojos de la sangre y los colores cálidos de las explosiones, es encomiable en su diseño pero algo defectuosa en el apartado gráfico. Tus víctimas a veces parecen meros SIM (lo que les da un aire cómico en vez de dramático) y en muchas ocasiones se comportan como muñecos de trapo que se contorsionan en el piso por diversos bugs. Curiosamente, un mundo a todo color hubiera sido más impactante y ofensivo, pero quizás el juego ha utilizado la estilización para transmitir su mensaje. Ejecuciones y muertes son violentas, vívidas y desagradables, pero eventualmente pierden su impacto y se vuelven meras decoraciones visuales de la acción, dejándote frío. Por cierto, la optimización es bastante mala, con largos tiempos de carga, caídas de frame rate y otros detalles en un equipo que corrió sin muchos problemas The Witcher: Wild Hunt.
La música es prácticamente nula. El silencio predomina en los tiroteos y lo poco de ambientación que hay es mediocre y poco memorable. Suponemos que los desarrolladores te han dejado la libertad de escuchar a tu grupo de black metal favorito, pero se echa de menos un trabajo más serio en este respecto, pues el potencial para un soundtrack poderoso era enorme.
Ahora, el obligado comentario sobre la polémica del juego. En realidad, para nosotros es un poco difícil opinar al respecto porque Hatred habla sobre psicópatas antisociales en naciones avanzadas que hacen tiroteos y masacres sin sentido antes de ser ejecutados por la policía, lo cual es sin duda ofensivo para las comunidades donde ocurrieron estos eventos pero que nos resultan lejanos. Encima, el carácter genérico de las víctimas y los punchlines edgy del protagonista hacen que la cosa sea un poco más fársica que terrorífica. El resultado es que la polémica pierde su filo. Por otro lado, el juego camina de puntillas en el límite de lo inaceptable pero nunca lo rebasa. Todas las víctimas son adultos. El juego nunca refleja eventos reales (bien se pudieron hacer niveles simulados de las "hazañas" de seres malditos como Eric Harris, Dylan Klebold, Seung-Hui Cho o Anders Breivik, con lo que habría pasado a ser ilegal, sin duda). No hay violencia sexual. No hay mutilaciones elaboradas (es violencia "en caliente" por así decirlo). La psicología del personaje no es profunda ni provocativa: es una simple caricatura merol. Hay detalles cómicos y exageraciones que rompen el horror de la temática. El resultado es que, si bien el título sin duda será anatema de todas las asociaciones morales y de las buenas conciencias, no resulta del otro mundo para el público con amplio criterio al que está dirigido.
Es una simple caricatura merol
Hatred provoca en nosotros una impresión mixta. Es una entrega cuidada y competente en su sistema de juego, dificultad y presentación, pero también está plagada de tedio, pocos niveles, pérdida de impacto debido a su escritura risible y problemas técnicos. Sin embargo, ofrece buen reto a quienes se sientan en ánimo de ultraviolencia. El verdadero problema es que ni todas las ejecuciones del mundo podrán salvarlo de su carácter algo simplón y limitado. Sin embargo, a pesar de sus defectos los desarrolladores no confiaron meramente en que el juego vendería sólo por la polémica y han intentado darnos un producto aceptable a pesar de sus limitaciones. En fin, Hatred ocupa un nicho un tanto necesario en los videojuegos: el de la oveja negra que juegos como Postal o Manhunt han ocupado en generaciones pasadas. ¿El veredicto? Aceptable, pero no extraordinario.
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