Un estudio reciente conducido por investigadores de la Universidad de Estocolmo, en Suecia, sugiere que la exposición prolongada a videojuegos violentos conduce a una reducción de la sensibilidad hacia la brutalidad.
La metodología consistió en tomar a adolescentes de entre 13 y 15 años, y dividirlos en 2 grupos. El primero jugó un título violento por 3 o más horas diarias (exposición alta), y el segundo lo hizo por menos de una hora (exposición baja).
Después, ambos grupos probaron un juego violento que era Manhunt, y otro sin violencia, que era de Animaniacs, por 2 horas en tardes diferentes.
Quienes tuvieron una exposición menor al primer juego violento, demostraron más alteraciones que quienes estuvieron en el grupo de mayor exposición, sobre todo en la noche, con ritmos cardiacos acelerados, menor calidad de sueño y sentimientos de tristeza.
Con estos resultados, los académicos concluyeron que los juegos violentos desensibilizan a sus usuarios hacia la brutalidad, pues quienes más se expusieron a ellos, no demostraron efectos secundarios tan pronunciados. Aunque, según los investigadores, ambos grupos sufrieron consecuencias.
Los juegos violentos parecen haber generado mayor estrés a la hora de dormir en ambos grupos, y también parece que el juego violento, en general, causa cierta forma de agotamiento, señaló la investigadora de la Universidad de Estocolmo, Malena Ivarsson. Sin embargo, el agotamiento no pareció ser del tipo que promueve buen descanso, sino más bien un factor de estrés que puede mitigar la calidad de sueño, añadió.
Cabe acotar que Manhunt es un título para adultos cuya dosis de violencia es tan elevada que incluso fue objeto de controversia durante su lanzamiento en noviembre de 2003.
En información relacionada, esta semana dimos a conocer el caso de un adolescente escocés que le cortó el cuello a otro, luego de una discusión en torno a Gears of War 3; las autoridades sospechan que el hecho de jugar un título para adultos como ese, tuvo alguna implicación en su conducta.
No existe estudio que haya demostrado, más allá de toda duda razonable, una relación directa entre videojuegos violentos y conducta violenta, pero el tópico está en boga desde la matanza de Connecticut, perpetrada por un joven fanático de Call of Duty, quien padecía de varios desequilibrios mentales.
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