La despedida de Hayao Miyazaki se ha prolongado más de lo esperado, pero eso es una buena noticia y no tenemos prisa para que deje de contarnos sus historias. El cineasta japonés acaba de cumplir 83 años y sus películas se sienten como un reflejo de su vida, con toda la parte buena y la lucha contra sus demonios. Para su película número 12, El Niño y La Garza, Miyazaki mantiene los mundos fantásticos a los que nos ha acostumbrado pero centra su atención en algo distinto. En esta nueva producción, el mensaje parece claro al principio, pero al final resulta más críptico y difícil de comprender por su narración mediante metáforas.
Como en otras películas de Miyazaki, el desarrollo del personaje toma fuerza en un camino que combina fantasía, sufrimiento, duelo y pérdida, como punto de partida a la madurez. Aquí, lo interesante está en los matices de las imágenes fuertes que, por un lado, desgarran el corazón y, por otro, nos dejan con una sonrisa de gusto.
Esta dualidad juega con nuestras emociones desde el principio, cuando la vida de la madre de Mahito (el protagonista) se esfuma en un mar de llamas frente a sus ojos. Todo esto ocurre en medio de uno de los peores conflictos de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial, después de la cual Japón sufrió la peor de sus crisis y comenzó un periodo de reconstrucción. La dura etapa histórica sirve como escenario del crecimiento de un niño que trata de dejar atrás su dolor para seguir con su vida.
La historia de Mahito inicia con una etapa de restructuración, donde debe adaptarse a su nueva vida y su país hace un esfuerzo por solventar el impacto de la guerra. El Niño y La Garza se toma su tiempo para mostrarnos la nueva realidad de Mahito y que la vida sigue su curso a pesar de la ausencia de su madre. Para él todo es nuevo: la casa a la que se muda con su familia, la escuela y la segunda esposa de su padre. Son muchos los cambios que debe asimilar mientras vive su pérdida e intenta sanar su mente y alma.
La rutina diaria de Mahito es interrumpida por la Garza, una extraña criatura que cambia por completo su vida. Las primeras interacciones con la Garza dan un toque tétrico a la película, como si se tratara de un filme de misterio en el que no se sabe qué pasará. La sensación se vuelve más fuerte cuando las realidades se confunden y se utilizan metáforas para abrir la puerta de la fantasía. La Garza ayuda a avanzar a Mahito; al principio, como una molestia recurrente, después como la motivación para encontrar cosas nuevas y al final como un mensajero de algo más grande.
La lluvia de mensajes y simbolismos, a modo de lecciones, provoca que lo inexplicable tenga diferentes significados. De esta forma, mientras Mahito lucha por cambiar lo inevitable, encuentra razones para seguir viviendo y toma decisiones sobre su futuro. A veces estos significados quedan abiertos a nuestra interpretación y por eso para algunos la película se torna confusa y difícil de digerir; no te preocupes si al salir de la sala de cine tienes más dudas que respuestas: toma en cuenta que Miyazaki hizo esta película para sí mismo. Es una historia dedicada a su nieto, y la comparte con quien esté dispuesto a echar un vistazo a su alma.
Como cualquier puede esperar, El Niño y la Garza tiene un trabajo de animación de alto nivel. El estilo de Miyazaki es muy marcado y, aunque sus protagonistas masculinos suelen estar cortados con la misma tijera, sus mundos y criaturas están construidos de formas muy creativas. Aquí, pasamos de construcciones realistas que retratan paisajes japoneses, a mundos increíbles con criaturas coloridas y regordetas. Todo con una animación fluida para las escenas de acción si así se requiere o un ritmo más calmado para los momentos más emotivos.
En el plano sonoro hay pocas sorpresas: el trabajo de Joe Hisaishi es sublime. Las notas del piano son minimalistas pero poderosas y se adaptan al ambiente misterioso de la animación. Por supuesto, el trabajo no resalta por sus melodías pegajosas, y transmite mucho a través de sus notas.
El Niño y la Garza cumple con los requisitos para convencer a los fans de Studio Ghibli, pero puede ser más retorcida de lo esperado para quien busca algo más tradicional. Aunque la historia esta basada en la novela japonesa ¿Cómo vives?, Miyazaki toma los elementos más terrenales como el día a día, para convertirla en algo mágico. El Niño y La Garza de Hayao Miyazaki es una película que nos exige atención para no perdernos en el camino y nos deja la satisfacción de entrar en un mundo fantástico que nos deja un mensaje poderoso. Recuerda que El Niño y La Garza se exhibe actualmente en salas de Cinepolis.
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