Nota editorial: la finalidad de este artículo es recordar el tortuoso camino que los gamers vivimos a lo largo de la vida de esta consola, aprovechando la temporada y la ambientación de Día de Muertos para darle un tinte más ameno, nuestra intención no es burlarnos ni exagerar los problemas que a continuación presentaremos. Además, los invitamos a leer el artículo en el que detallamos los problemas vividos durante el ciclo de vida del PlayStation 3.
La transición generacional está en puerta y aunque al Xbox 360 le quedan años de vida, es razonable decir que la plataforma, a partir de ahora, se encuentra en un lento pero sostenido trayecto hacia el cementerio de consolas.
Resulta improbable esperar nuevas propiedades exclusivas o mejoras de hardware. Lo que vemos en este momento, representa la cima de la maduración del aparato. Sin embargo, para llegar a él, hubo que recorrer un doloroso camino lleno de errores e imperfección que a veces causaron auténticos escalofríos entre quienes poseían un Xbox 360. Sus primeros modelos vinieron plagados de males que costaron mucho dinero a Microsoft, y ciertas decisiones de diseño que también resultan costosas a los usuarios. En este artículo enumeramos los errores del Xbox 360 que causaron pesadillas.
Vale la pena enfatizar que la consola, como se encuentra hoy, es extraordinaria. En ella convergen múltiples ofertas de entretenimiento que finalmente materializan el sueño que tuvo Bill Gates cuando introdujo el sello Xbox por primera vez en el año 2000, es decir, que fuera algo más que una simple consola de videojuegos, ideal que se desarrollará aún más con el Xbox One.
El aro rojo de la muerte
Si hay algo más aterrador para un videojugador que ver su consola averiarse, es que eso suceda sin razón aparente. Por eso, el aro rojo de la muerte constituye, sin lugar a dudas, el defecto más terrible y escalofriante por el que será recordado el Xbox 360.
El término aludía al encendido de 3 leds rojos en el botón para prender los primeros modelos de la plataforma, y era indicador de un problema de hardware fatal, mismo que conducía a congelamientos y otras anomalías, imposibles de resolver para el jugador y que, tarde o temprano, dejaban la consola obsoleta.
El usuario no tenía que hacer algo en concreto para detonar este desperfecto o quizá, en todo caso, jugar demasiado. Y es que Microsoft nunca reveló con exactitud el origen de la irregularidad, lo cierto es que era común entre los poseedores del Xbox 360 y a la compañía le costó más de $1000 MDD en reparaciones y extensiones de garantía.
Algunos hablan de la calidad del chip de gráficos, otros de las soldaduras, pero la mayoría coincide en un elemento común como culpable: el calor. Lo escalofriante de esto, como mencionamos, es que el aro rojo de la muerte era un mal sorpresivo que parecía directamente relacionado con las horas de juego. En otras palabras, entre más disfrutara de su consola el jugador, más la acercaba a su perdición, y aunque eventualmente Microsoft decidió cubrir la compostura o reemplazar el aparato, el trámite para recibir un Xbox 360 funcional era engorroso: se llevaba de 2 a 3 semanas y, peor aún, no constituía una solución definitiva, pues tarde o temprano volvería a pasar.
Su servidor padeció esto en 2 ocasiones y como la segunda vez fue después de los 3 años de garantía, había que pagar más de $100 USD para resolverlo. Y hay personas en esta oficina que recibieron reemplazos hasta 7 veces, a causa del mismo problema.
Luego vino el modelo Slim, y con él, quedó en el pasado el aro rojo de la muerte, pero nadie que haya tenido un Xbox 360 olvidará el miedo permanente a que la consola fallara.
En mi caso, consciente de la existencia del problema, jugaba en sesiones de no más de 2 horas, y aún así, tarde o temprano, el aro rojo de la muerte hizo acto de presencia. Eso no era vida.
Se supone que Microsoft aprendió de este error y aprendió bien, pues el Xbox One está diseñado para permanecer encendido 10 años seguidos.
Accesorios de horror
Los imprácticos accesorios del Xbox 360 eran un dolor de cabeza para los jugadores. Basta echar un vistazo a las primeras presentaciones del aparato para corroborarlo. Algunas consolas venían sin disco duro, otras con uno de 4 GB y el modelo estándar, con 20 GB, de los cuales 10 GB, eran para el sistema. Quien usa su Xbox 360 de forma plena ─y con "plena" nos referimos a descargar un juego de vez en cuando─ sabe que 10 GB de espacio en el disco duro son una auténtica ridiculez.
Algunos dirán que el modelo de 4 GB era para los primeros días, cuando los títulos descargables eran poco comunes, pero dicho paquete aún existe y no sabemos quién pueda sacarle provecho, sin darse cuenta a los pocos meses, del error que cometió. Como atenuante, tenemos que Microsoft introdujo en 2010 la opción de respaldar datos en memorias genéricas USB.
Pero asumamos por un momento que, como su servidor, optaron algunos años más tarde por adquirir un Xbox 360 S con disco duro de 250 GB ante la recurrencia del aro rojo de la muerte. Bueno, pues en ese caso hubo que comprar un cable especial para hacer la transferencia de datos entre discos duros, cuyo valor fue de alrededor de $30 USD.
¡Ah, y antes de que se nos olvide! Si compraron uno de los primeros Xbox 360, entonces no tenían forma de jugar vía Wi-Fi, porque el aparato sólo venía habilitado para cable Ethernet, haciendo necesaria la adquisición de un adaptador. ¿Costo? $60 USD.
Y si al jugar en línea querían chatear, era necesaria una diadema de comunicación que solía ser y a la fecha todavía es una rareza en los paquetes de Xbox 360. ¿Costo adicional? $20 USD.
Quizá haya quien diga: "Juego de vez en cuando. No lo hago en línea y no necesito nada de lo anterior." ¡Perfecto! Pero hay una sorpresa con los controles, porque la mayoría de los paquetes incluye mandos inalámbricos, que a diferencia de los de PS3, que se conectan a la consola vía USB y son recargables, usan 2 pilas AA que hay que estar cambiando recurrentemente. Para solucionar esto existe el kit de juego y carga para Xbox 360. ¿Costo adicional? ¡Adivinaron! $20 USD.
Por si no es evidente hasta aquí, el problema es que el Xbox 360 tenía una configuración que obligaba al dueño a hacer gastos adicionales para sacarle el máximo provecho, y eso, más que aterrador, era molesto.
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