Igual que cualquier otro género, el de peleas ha gozado de momentos de gloria a costa de atravesar periodos decadentes, pero a diferencia de otros sectores del entretenimiento del pixel con excepción de Mario y sus plataformas, lo representa un juego que sin importar la época, se ha levantado como campeón ante las inclemencias del tiempo. Se trata de Street Fighter, tal vez la más icónica de las franquicias de Capcom. Este año, como parte de la celebración de sus 25 años de trayectoria, decidieron que el mejor tributo sería realizar un breve recorrido a lo largo de su historia, repasando algunos momentos oscuros, pero sobre todo, dando justo lugar a los logros que hicieron de esta saga una de las más representativas en el mundo de los videojuegos.
Como una de las series más duraderas de la industria, Street Fighter ha sido víctima de incontables tropiezos, incluidas imitaciones baratas, mercadotecnia fabricada con materiales tóxicos, una irónica demanda en contra de Data East, y no menos importante, 2 nefastas películas, una de ellas dejó marcada la carrera del actor Raul Julia, justo antes de que falleciera. No obstante, aún cuando su más fuerte rival durante los noventa inició una campaña de desprestigio, y a pesar de que el mismo Capcom puso obstáculos en su camino con innecesarias variantes de los mismos juegos, la saga resistió y superó todos los combates mortales.
Street Fighter II tiene el mérito de haber popularizado la serie y de paso, los juegos de pelea, sin embargo, el estudio no puso un 2 en el nombre por mero capricho, y el primer título es el que merece las palmas, principalmente por imponer muchas de las reglas que aún hoy definen a las propuestas de este tipo de juego. Un detalle fundamental es la posibilidad de bloquear ataques, la habilidad de brincar o intervenir en cualquier momento el encuentro de otro jugador para retarlo; sin embargo, lo más memorable fue la capacidad de ejecutar movimientos especiales.
Fueron Ryu y Ken la razón de que a la fecha se utilicen botones específicos para cada intensidad de un golpe. Antes, el ahora célebre Hadoken y su hermano vertical, Shoryuken, requerían mover la palanca con extrema precisión, con la recompensa de que un impacto reducía 40% la salud del oponente; el problema era que usar ambos era tan complicado, que los jugadores preferían usar los puños y las patadas convencionales. En ese entonces, Street Fighter utilizaba controles sensibles a la presión, es decir, entre más fuerte apretabas un botón, mayor era la intensidad del golpe. Sobra decir que la gente golpeaba el gabinete como si fuera una pera de boxeo, así que para no perder dinero por deterioro de aparatos, Capcom decidió cambiar el esquema a 6 botones, uno para cada nivel de fuerza.
A partir de ese punto, la fórmula de Street Fighter permaneció casi intacta, con ajustes para ofrecer una experiencia de juego más sofisticada cada vez, pero en términos básicos, el primer título y las entregas más recientes son prácticamente lo mismo. El concepto siempre ha presentado un gran respeto por el balance entre peleadores, además de tener un envidiable equilibro entre complejidad y accesibilidad, sin olvidar que la mecánica garantiza diversión, seas apenas un novato o el mejor de los veteranos.
Por supuesto, Capcom no evitó experimentar con ciertos aspectos, lo que dio pie a algunas propuestas que se desprendían del universo Street Fighter, pero que estaban poco relacionados con el modelo base. Por ejemplo, el primer intento de llevar las peleas callejeras a consola terminó en un juego de plataforma que se situaba en el futuro y tenía a un Ken cibernético como protagonista, cuya misión era pelear con extraterrestres invasores. Otra historia desconcertante sucedió con la primera verdadera versión de Street Fighter II, la cual tenía combate con armas, ropa con tirantes y desplazamiento progresivo. ¿Te suena conocido? Probablemente se deba a que en Occidente lo lanzaron con el nombre de Final Fight, gracias a que los fans nipones se quejaron por las diferencias tan evidentes.
Ahora sí, para darle su justo lugar, Street Fighter II llegó para revolucionar los títulos de pelea, servir como nicho y convertirlos en fenómeno global. La evidencia está en que todo aquel que viviera su juventud o niñez de jugador cuando se lanzó la arcadia, peleó al menos una vez con uno de los 8 icónicos peleadores. Y sobra decir que todo fan del entretenimiento del pixel conoce al menos a uno de los 2 protagónicos karatecas. En cuanto al protagonismo, sin duda la mayor aportación de esta secuela al género fue abandonar el formato de personaje genérico que plagaba otros juegos para mostrar un repertorio de combatientes impregnado de personalidad, desde el hindú capaz de extender sus brazos a límites sobrehumanos hasta el estereotipo del militar norteamericano, pasando por el luchador ruso que entrena con osos en Siberia.
Otra importante aportación fue el hecho de que la historia de Street Fighter II no era un elemento sin importancia, cada personaje tenía motivaciones y una meta específica. Para mucha gente los títulos de pelea se basan en simple botonazo, pero en realidad es necesario crear un balance preciso, al grado que suele quedar atrás cualquier aspecto argumental. Como ya mencionamos, Capcom creó una experiencia significativa en la que perfil de peleador, estilo de pelea y trasfondo se entrelazan, dejándonos ante un diseño interesante y sobre todo, variado.
Sería injusto decir que el estudio no cometió errores, como el criticado exceso de contenidos descargables, además de numerosas versiones alternas y la falta de un juego perfecto, resultado de que la mentalidad de desarrollo a veces se inclina demasiado a favor de los principiantes, y en casos como el de Street Fighter III, sólo para los expertos. Al margen de los problemas, no se puede negar que Capcom ha aprendido de varios errores cometidos y con la ayuda de mentes brillantes, incluido Yoshinori Ono, el concepto evolucionó hasta mostrar peleas sofisticadas y divertidas a la vez.
Street Fighter es una bestia que con técnica y entrenamiento parece no detenerse. Su presencia ha sido invaluable para los títulos de pelea, y sin la invención de Capcom es posible que el género no se hubiera desarrollado para llegar a lo que conocemos ahora; es más, es probable que sin la aparición de Street Fighter IV, este tipo de propuestas siguiera en el oscurantismo del género. Son muy pocas las franquicias capaces de subsistir más de 2 décadas de trayectoria y continuar vigentes, no sólo en la mente de la opinión pública sino con lanzamientos frescos y constantes que tengan satisfechos a los fans. Tras 25 años, su único desafío será seguir peleando con la misma ferocidad.
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