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Han pasado cuatro años desde que el estudio polaco CD Projekt nos deleitó con The Witcher, un título de rol inspirado en la colección de novelas homónima escritas por Andrzej Sapkowski. Fue una producción digna de elogios que casi alcanzaba el estatus de obra maestra, de no ser porque falló en la implementación de algunas de sus ideas, a lo que se sumaron cuantiosos bugs en diferentes aspectos, así como una pésima traducción del polaco al inglés y la falta de un tutorial decente. Fue una lástima, pues poseía fuertes fundamentos.
Esta gema imperfecta sirvió como pauta para replantear las bases de la franquicia. El estudio aprendió de sus errores y se las ingenió para crear una propuesta renovada, con la intención de apelar a una mayor audiencia. Afortunadamente, no perdió su esencia ni se le arrebató la magia que hizo de The Witcher un excelente producto; los desarrolladores incrementaron considerablemente su talento en los últimos años, pensaron en nuevas ideas y combinaron algunos de los mejores elementos de los más brillantes exponentes del género, construyendo una experiencia sofisticada.
Y es que además de lo anterior, el principal talento de CD Projekt es su capacidad narrativa, evidente desde el principio de esta secuela en el que conspiraciones monárquicas, traiciones entre familias, asedio a un castillo, salvajes peleas entre ejércitos y el ataque de un imponente dragón, sirvieron como hilo conductor para el capítulo introductorio más intenso y épico en años recientes. Y dada la calidad argumental, eso es todo lo que podemos contar, para no echar a perder las sorpresas, que serán muchas y que tendrán un efecto muy viscerales al momento de jugar. La secuela inicia donde termina el primer juego, pero si no lo jugaste no te preocupes, pues la exquisita narración confecciona las interacciones entre personajes de tal modo durante las secuencias introductorias, que te verás fascinado y familiarizado con lo que sucede más pronto de lo que crees.
Mucho se presume en fechas recientes de la libertad de decisión y sus consecuencias en los videojuegos, pero en algunos casos la polarización moral es risible además de obsoleta; sólo te hacen elegir entre santa benevolencia o tiranía casi satánica, con conflictos planos y poco creíbles en los que únicamente hay villanos y víctimas. The Witcher toma esta libertad de elección con una increíble madurez que demanda seriedad, sumergiéndonos en un mundo gris, ambiguo, que abandona lo bueno y lo malo por un enfoque más complejo en el que cada personaje tiene un trasfondo que justifica sus acciones; el juego te enfrenta a situaciones en las que ambos lados tiene argumentos convincentes, polémicos momentos de violencia motivada por racismo y otras razones. Bajo esta luz, cada facción y figura política está corrompida a cierto grado, incluso tus amigos tienen su propios intereses que pueden no involucrarte.
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